La evisceración era un tratamiento funerario consistente en la extracción de las vísceras a partir de una incisión en el torso, que era rellenado con hierbas aromática, vino y especias, cuya función era aromatizar el cadáver y preservarlo. La primera mención detallada a un proceso de este tipo se fecha a principios del siglo XIV, con la enciclopedia escrita por Henri de Mondeville, era médico del rey francés Felipe el Hermoso (†1314), si bien se conoce su utilización al menos desde el siglo XI.
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Ilustración del tratado de Henri de Mondeville. |
Perdidas ya en época antigua las excelentes técnicas de embalsamamiento egipcias, la conservación del cadáver en época medieval, a pesar de estos intentos, variaba principalmente, en función de la temperatura del lugar. En origen, las entrañas extraidas serían enterradas sin mayor reverencia, pero con el paso del tiempo asistimos al desarrollo de una costumbre denominada dilaceratio
corporis o dispersión de restos.
Esta dispersión de restos mortales permitía a grandes señores favorecer con sus despojos a más de una de sus fundaciones monásticas. Así, por ejemplo, Enrique I de Inglaterra (m. 1135) falleció en Europa, de manera que su cerebro, ojos, lengua y vísceras fueron sepultados en la iglesia de Notre-Dame-du-Pre, vinculada a sus donaciones en la abadía de Bec, mientras el resto de su cuerpo fue trasladado a la abadía de Reading, que el monarca había fundado en las islas. A partir de este rey, fue habitual entre los reyes de Inglaterra con notables posesiones en la actual Francia, dividir sus enterramientos a ambos lados del Canal de la Mancha.
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Caja que contenía el corazón de Ricardo Corazón de León (m. 1199) |
Los caballeros cruzados tomaron como costumbre, cuando fallecían en Tierra Santa, enviar de vuelta a casa el corazón, ya que era más fácil de transportar debido a su tamaño. El corazón adquirió a lo largo de la Edad Media una función simbólica que le atribuía emociones como el coraje y la piedad, de manera que era el elemento predilecto para conservar. Producto de estos envíos se han conservado en las islas sepulturas de corazón como la de la iglesia de Saint-Giles en Bedon, fechada en el siglo XIII.
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Sepulcro de Corazón en Saint-Giles, Bedon. Las manos que sostienen el corazón salen directamente del escudo del caballero. |
Si bien en Inglaterra y Francia la dilaceratio corporis contó con un considerable éxito hasta su prohibición por el papa Bonifacio VIII en 1299, e incluso después, ésta no fue una costumbre especialmente estimada en el reino de Castilla, donde destacan las disposiciones de Alfonso X (m. 1284). En el codicilio de su testamento, el rey Sabio solicitaba que enterraran su cuerpo en Murcia o en Sevilla, mientras su corazón debía ser enviado a Jerusalén.
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Sepulcro de Corazón y entrañas de Alfonso X en la catedral de Murcia, renovada en época renacentista. |
Para saber más:
BOS, Alphonse (ed.), La chirurgie de maitre Henri de Mondeville, Paris, 1897.
GEORGES, Patrice, “Les aromates
de l’embaument médiéval: entre efficacité et symbolisme”, en Micrologus, XXX. Le monde végétal. Médecine, botanique, symbolique, 2009, pp.
257-268.
GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Alfonso, Diplomatario Andaluz de Alfonso X el Sabio, Sevilla, 1991, pp. 557-564.
WEISS-KREJCI, Estella, “Heart burial in medieval
and early post-medieval central Europe”, en REBAY-SALISBURY, Katharina, STIG
SORENSEN, Marie Louise y HUGHES, Jessica,
Body Parts and Bodies Whole, Studies in Funerary Archaeology, 5,
Oxford, 2010, pp. 119-134.
WEISS-KREJCI, Estella, “Excarnation,
evisceration and exhumation in Medieval and Post-Medieval Europe”, en RAKITA,
Gordon, BUIKSTRA, Jane, BECK, Lane y WILLIAMS, Sloane (eds.), Interacting with the dead. Perspectives on
mortuary archaeology for the new millennium, Florida, 2005, pp. 155-172.
WESTERHOF, Danielle, Death and the noble body in Medieval England, Woodbridge, 2008.
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